Confieso que nunca fui muy
patriota, disfrutaba la ceremonia de honores a la bandera porque usaría mi
uniforme de gala y entonaría los himnos de nuestra nación, entonces tenía 7 u 8
años y no entendía que amar a un país o amar a una bandera requería de amor
propio como todo en la vida. Disfrutaba del hecho de cantar y de vestirme más
bonito que el resto de la semana, podíamos pasar más tiempo en el patio y al
final de la ceremonia se les aplaudía a los alumnos sobresalientes, era en
realidad un evento social, más que un protocolo académico o civil. Por eso
nunca me identifiqué como patriota.
Todavía en los años 90’s se
impartían clases de civismo desde la primaria disfrazado con el nombre de
“sociales” y a los niños nos hacían aprender las reglas de convivencia
elementales, aunado a un poco de historia o eventos que han marcado al mundo; no se trataba de cuánto dinero tenías, o de qué familia provenías,
la educación estaba ligada a la cultura. Era común entender la expresión “Ese
señor que tira la basura en la calle, no fue a la escuela”, sin embargo hoy,
pasamos desapercibido a tal señor sin consciencia social, ambiental, civil,
porque su mala acción es inocua comparada con la serie de desgracias que vive
México actualmente.
Yo no pensaba en el país como “mi
País”, mi sentido de pertenencia estaba completamente basado en las personas: Mi familia, mis amigos, mi perro, mis juguetes. Ha de ser normal para la mente
de un niño, pero el llegar al estado de plena consciencia, ese “darse cuenta”
de dónde vivo, a dónde pertenezco, qué nacionalidad tengo, por qué. Es una
tarea de autoconocimiento que pronto determina tanto tu futuro como ciudadano,
profesionista e individuo. Es decir, tú como parte de una sociedad, tú como
servidor de la sociedad, y tú como individuo para ti mismo.
Los mexicanos hemos tenido
conflictos de identidad desde tiempos inmemorables como pueblo, pero ese no es
el tema de éste manifiesto, el tema es que aún con esas tendencias blondas y
complejos, hemos sabido hacer cosas bien, muchas cosas bien. Somos diferentes y
eso es lo que nos sucede. Cualquier extranjero de cualquier parte del mundo,
puede venir y enamorarse de algún elemento en México, ya sea un sitio
turístico, del carácter de su gente, o el clima noble; somos diferentes.
Hemos sabido ser agricultores, y
empresarios; artistas, médicos, científicos etc. En México hay profesionistas
de mucha calidad que están listos para el reto. La educación en México es
ampliamente criticada, pero más que la “educación” como sistema, lo que está mal es la gente detrás de ese “sistema”. Los niños, los jóvenes quieren
aprender y tarde o temprano aprenden bajos sus métodos o por autodidaxia, los
adultos estudiosos se perfeccionan y completan su educación con fuentes
electrónicas o impresas. Hay materia prima intelectual y mano de obra, en
México hay recursos y no se trata de que no existan las plazas suficientes para
el empleo, o que seamos retrógrados faltos de disciplina y compromiso, más bien
faltan trabajos que sean dignos de igualar la capacidad intelectual y la
preparación del profesionista de nivel medio. No existen los puestos suficientes para
satisfacer la necesidad de empleo de esos seres preparados. Esos puestos, están
ocupados por funcionarios públicos en el gobierno, aunque sean sujetos sin el
mínimo grado de cultura o educación. Y para los que les falta escuela, va siendo tarea de los empresarios apoyarnos unos a otros como sociedad; emplear a esos muchachos con ganas de aprender y pocas oportunidades, educarlos y culturizarlos.
Existen los recursos pero están
siendo mal empleados, nuestro bono demográfico se va por la borda mientras
vemos como esa generación productiva tiene su mente ocupada en pensamientos y
actos destructivos. La insistencia en la “competitividad” provoca en los
líderes de opinión, estrategas y gobernadores, a mermar los recursos naturales
debido a la compleja obsesión de querer encajar entre los países populares.
México junto a ellos se mira como el niño de 12 años queriendo salir de
excursión a la montaña con los grandes.
Se le debe recordar a ese adolescente
que antes hay que prepararse y no tomar decisiones precipitadas, pues puede
poner en riesgo su vida y la de los demás. El niño México hace berrinche y se
escapa a escondidas a la excursión, las consecuencias ya todos las conocemos,
las vivimos.
Para tomar decisiones asertivas
se requiere de madurez, de experiencia, de una mente estratega que vea por el
beneficio de los demás y del propio. Desgraciadamente, nuestro país ha sido
liderado, y puesto en manos de infantes mal educados con sed de poder, de "tener
el juguete de moda", de presumirlo en la cara de su enemigo, hasta de romper lo
que le causa envidia y hacer berrinche si las cosas no les salen bien. Así son
nuestros funcionarios, así son nuestros diputados, senadores y presidentes
desde siempre, no hay uno que se salve.
Nuestros jóvenes entonces son el reflejo
de una micro esfera de frustración y hambre de tener, poder y hacer. Nada se
les logra, lo consiguen con sus propias manos, igual que los gobernantes, y
matan si es necesario.
Lloro por México, porque se
encuentra en coma y no se si despertará. Nunca había vivido una crisis con
tanta violencia y destrucción. Yo soy del Estado de México, llevo a penas dos
años viviendo acá y cada día rezo porque a mi pareja y a mi nos proteja Dios y
un vecino valiente.
La inseguridad es altísima, los
vigilantes de nuestra seguridad dan más miedo aún, y en las colonias aledañas
de nuestra ciudad las cosas no son tan distintas. Todos nos miramos con
desconfianza, con titubeo, cuidamos nuestras cosas como si fuésemos a poner
nuestra vida en ello. Más de la mitad de las personas que conozco, han sido
asaltadas más de una vez en el Estado de México, lloré nuevamente de miedo
cuando supimos del violador asesino que anda libre por estos lares sin un gramo
de terror en su consciencia por lo que hizo. Ser mujer y subirte en una micro o
una combi hoy día es arriesgar tu vida de forma exponencial y lo más frustrante de todo es que la ciudad
necesita su transporte, la gente necesita trasladarse, recuperar su colonia, su
espacio, su paz interior, su libertad para confiar en un extraño, hacerle
plática, cederle o compartirle el asiento, recuperar su país, su normalidad y
naturalidad del mexicano, estar feliz y ser cálido con su paisano sin miedo ni
desconfianza. Las personas ya estamos molestas e indignadas porque mientras los
pendejos de nuestros gobernadores "la cagan", ellos sí andan en coche blindado
con guarros mientras los demás nos tenemos que fletar la vida real que han
creado; los asesinos que han soltado, los empleos que han negado, el desmadre
de ciudad que nos han dejado con sus puentes a la mitad, segundos pisos y obras
inconclusas.
Los gobernantes han tomado de
rehén a nuestro país y eso bonito con lo que crecimos. Verdaderamente sufro
porque México está en coma y no se si despierte, nunca había estado tan
enfermo, tan agonizante. Y aunque nunca fui muy patriota siempre me gustó
cuidar mis cosas o lo que estuviera bajo mi cuidado. Cuidé muy bien mi ropa,
mis juguetes, mis animales, procuré a mis amigos y pareja, veo por mis padres y
hermanos, estoy libre de culpas o remordimientos porque sé quién soy y de mis
errores aprendí a tiempo, yo no veo mi persona reflejada en lo que ahora le
pasa a México, yo exijo un país que esté a mi nivel, y estoy segura que muchos
piensan esto, que éste no es su país, así no es como lo conocen, está
desfigurado e irreconocible, exijo que nos lo devuelvan.
Nunca fui muy patriota, pero la gente a mi alrededor lo es, aman su país,
aman a México, y yo quiero que ellos estén contentos, que ya no se preocupen
más, que puedan estar tranquilos de dónde crecen sus hijos y dónde vivirán sus
nietos.
Hoy noto que estamos viviendo un
fenómeno interesante a nivel nación, podría compararlo con las etapas de un
duelo que sin describirlas sólo las mencionaré para cada uno llegue a sus
conclusiones y se sitúe en la etapa que más le identifique.
Etapa 1: Negación y Aislamiento
Etapa 2: Ira
Etapa 3: Pacto o Negociación
Etapa 4: Depresión
Etapa 5: Aceptación
México no está muerto, sólo
agoniza pero en verdad yo vivo su duelo, he superado la etapa de la ira, y regreso a la negación, "me niego a pactar o negociar con mi sentimiento" que duro sería llegar a la aceptación; aceptar la situación en México. Revivamos nuestra fuerza, nos necesita más que nunca, no permitamos
que individuos sin preparación y con una mente psicópata lleven nuestro país a
la tumba, no le entreguemos nuestro poder a ellos. Somos más, somos más
fuertes, somos México.
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